viernes, 7 de febrero de 2014

Importancia económica de las lenguas



La importancia económica de una lengua se mide teniendo en cuenta diferentes  factores, como el número de hablantes, su extensión geográfica, el número de países en los que tiene rango de oficial, el índice de desarrollo humano de sus hablantes (incluyendo nivel educativo, esperanza de vida y renta per cápita), la capacidad comercial de los países donde esa lengua es oficial, su tradición literaria o científica, o su papel en la diplomacia multilateral. En la actualidad, el inglés es el idioma que destaca en todos estos criterios  y respecto al español, éste se encuentra entre las cinco primeras lenguas del mundo en cuanto a número de hablantes, número de países donde es oficial y en extensión geográfica.

De acuerdo con Juan Carlos Jiménez (2009), el número de hablantes, la capacidad de compra o renta per cápita de sus hablantes y el carácter internacional de una lengua (que se mide a través de su influencia en el comercio internacional y en la cantidad de personas que estudian el idioma) son los tres factores fundamentales que marcan la potencia económica de un idioma frente a otros.

Por otro lado, los economistas han distinguido al menos tres funciones económicas de la lengua: la lengua como mercado; la lengua como soporte de la comunicación y de la creación; y la lengua como idioma para el comercio.

La lengua como mercado se refiere a la enseñanza del idioma y a las actividades mercantiles asociadas a ella, como los servicios lingüísticos, las ediciones publicadas en ese idioma, etc. Luego, la lengua como soporte de la comunicación y la creación es un elemento central del sector cultural que ha cobrado una gran importancia en la economía internacional con el crecimiento de las industrias culturales: la literatura, el teatro, el cine, la música, los medios de comunicación, la producción científica e intelectual y la educación. Y finalmente la lengua y la cultura, en relación con el comercio, facilitan las inversiones internacionales.

Desde una perspectiva económica, la lengua es un componente esencial del capital humano y social de una comunidad. De acuerdo con Ángel Martín Municio (2003), en su libro “El valor económico de la lengua español”, se estima que un 15% del producto interno bruto (PIB) de un Estado está vinculado a la lengua. De ahí que, desde una perspectiva económica, el peso y potencial de un idioma está íntimamente relacionado con los índices macroeconómicos de los países en los que es lengua oficial.


El PIB del español se sitúa en los 4,5 billones de dólares en el mundo y dos tercios de este PIB vinculado al español se generan en dos grandes áreas: Norte américa (México, Estados Unidos y Canadá) y la Unión Europea. Estas dos grandes regiones suman el 78% del poder de compra de los hablantes de español en el mundo, mientras que los 200 millones de hispanohablantes de Hispanoamérica alcanzan el 22% del total. 


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